Por Wilfrido González
Cuando el apóstol Pablo dijo que (hablando de Dios) “en Él vivimos y nos movemos y somos” (Hechos 17:28) parecería, si no nos detenemos a meditarlo, simplemente una frase bonita. Yo mismo no le presté mucha atención a esta frase hasta después de que llegué a comprender y creer el hecho de que estamos incluidos en la Trinidad – en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo.
Y meditando en esto creo que el comparar nuestra condición de estar incluidos en Dios con la condición de un pez en el agua nos puede ayudar a asimilar mejor la profundidad de esta verdad.
En Él vivimos
Estamos en Dios como un pez en el agua porque, así como un pez vive en el agua y no puede vivir fuera del agua (en la tierra o en el aire), de la misma manera nosotros (TODOS) vivimos en Dios, y fuera de Dios no podríamos vivir porque ante la omnipresencia de Dios ni siquiera existe el “fuera”. Vivimos EN Dios – DENTRO de Dios.
En Él nos movemos
Ahora, aun cuando un pez no dependiera del agua para poder vivir, de todos modos necesita el agua para moverse de un lugar a otro. Y del mismo modo la presencia de Dios en la materia (en el suelo donde caminamos, en el aire que nos rodea y en el cual volamos, en el agua donde navegamos o nadamos) permite que nos movamos de un lugar a otro.
Deja que esta realidad penetre y se grabe en tu mente: ¡Nos movemos EN Dios!
Comparar nuestra condición de estar incluidos en Dios con la condición de un pez en el agua nos puede ayudar a asimilar mejor la profundidad de esta verdad.
En Él somos o existimos
Algo que va más allá de lo que generalmente vemos es el hecho de que el agua no solo está alrededor de un pez sino que el pez respira el agua, y el agua está también dentro del pez – en su sangre, en sus músculos y hasta en sus huesos. Y espiritualmente esto refleja muy bien lo que Pablo dice en 1 Corintios 6:19: “¿No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” ¿Quiénes tienen el Espíritu Santo? ¿Sólo los creyentes – sólo los que hemos aceptado a Cristo como nuestro Salvador? ¿No es Dios omnipresente? ¡Claro que lo es! ¡Entonces Dios está presente en todos! En los “buenos” y en los “malos” – en los creyentes y en los incrédulos, en los santos y en “los del mundo” – porque todos estamos incluidos en Él y porque ¡es imposible que haya un lugar en el universo donde NO esté nuestro Dios omnipresente!
¿Entonces qué significa eso de “arrepentíos y bautícese cada uno para perdón de los pecados y recibiréis el don del Espíritu Santo”? Bueno, por las razones que ya mencioné esto no puede significar que el Espíritu Santo no está presente en la persona que no se ha arrepentido ni bautizado. Es simplemente que mientras la persona no ha creído a Jesucristo, que mientras no se haya arrepentido de su camino errado ni haya aceptado la gracia de Dios esa persona no va a permitir que el Espíritu Santo manifieste su presencia en ella. Así que la gran diferencia entre el creyente y el no creyente NO es que el Espíritu Santo esté o no esté morando en él: La diferencia entre el creyente y el no creyente es el estar o no estar consciente de la presencia de Dios en él y de la presencia de él en Dios, y cómo ese conocimiento produce cambios en su vida.
Y quiero enfatizar esto: El no creyente ya tiene el Espíritu Santo morando en él, solo que él no lo sabe. ¿Y cómo lo va a saber? “La fe es por el oír, y el oír por la Palabra de Dios” (Romanos 10:17). Y aquí es donde entramos todos aquellos que nos hemos involucrado en el evangelismo. Pero ni tú ni yo podemos “convencer” a nadie porque Jesucristo dijo “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere” (Juan 6:44). Podemos sembrar y regar pero el crecimiento solo Dios lo puede dar.
La diferencia entre el creyente y el no creyente NO es que el Espíritu Santo esté o no esté morando en él: La diferencia es estar o no estar consciente de la presencia de Dios en él y de la presencia de él en Dios.
Imagínate que diferencia haría para un pez si supiera lo que el agua significa para él: El saber que él vive, y se mueve y existe en el agua, que depende totalmente del agua – que él está en el agua y el agua está en él. ¡Sería un pez muy feliz! ¡Se sentiría como un pez en el agua! Bueno, tú me entiendes…
Así que vivimos en Dios, nos movemos en Dios, existimos en Dios, ¡RESPIRAMOS a Dios! ¡Eso es algo tremendo y asombroso, para inspirarnos, alentarnos y emocionarnos!
Lo más importante con respecto a todo esto es cómo vamos a reaccionar ante este conocimiento. Y creo que el saber que Dios está presente en las personas con las que tratamos todos los días puede hacer que cambie la forma en que las tratamos (o que cambie nuestra reacción a la forma en que nos tratan). De eso se trata, de que cambie para bien la forma en que nos relacionamos con los demás porque el saber de la presencia de Dios en todos le da mucho sentido a las palabras de Jesucristo de que “en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos pequeñitos, a mí lo hicisteis” (Mateo 25:40) – ¡porque allí está El!
Vivimos en Dios, nos movemos en Dios, existimos en Dios, ¡Eso es algo tremendo y asombroso, para inspirarnos, alentarnos y emocionarnos!
El problema es que, aunque muchos teólogos están predicando esta verdad, lamentablemente muchos creyentes todavía insisten en mantener la distancia con quienes ellos consideran que están “fuera” o que “no tienen el espíritu” y (consciente o inconscientemente) establecen reglas con base a las cuales “miden” la conversión de las personas. Y no pueden concebir que el que una persona esté EN Dios y Dios EN ella (como un pez en el agua) no depende de lo que la persona haga o deje de hacer sino de lo que Dios ya hizo por medio de Jesucristo.
Pero esta verdad no se podrá ocultar por mucho tiempo porque el Evangelio está siendo predicado en todo el mundo, y tarde o temprano “la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar” (Habacuc 2:14). ◊
Wilfrido González vive en Tijuana, México, y es co pastor de la congregación de la Comunión de Gracia Internacional en Tijuana, México.