J. Michael Feazell entrevista a Ted Johnston
Ted Johnston nos habla sobre el impacto que tiene una perspectiva Trinitaria en la forma como dirigimos el ministerio. Ted es Director de Programas de Ministerio de Comunión Internacional de la Gracia.
J. Michael Feazell:
¿Qué efectos ha tenido la teología Trinitaria en la manera como desarrollamos el ministerio?
Ted Johnston:
Pienso que la teología Trinitaria está teniendo una influencia enorme y que ésta es una travesía en la que todos estamos involucrados. No pretendo que lo entendamos todo, ciertamente ese no es el caso. Pero si recordamos un poco, hace unos años comenzamos a pensar más profundamente sobre lo que implicaba la doctrina de la Trinidad, la doctrina de la encarnación de Jesús. Esas son enseñanzas básicas basadas en las escrituras bíblicas las cuales por un lado pueden verse como ejercicios académicos, pero una vez que comienzas a conocer al Jesús que es revelado en esas doctrinas, eso provoca que pienses de manera diferente sobre todas las cosas, y eso ciertamente incluye el ministerio cristiano.
Existe la tendencia a ver al ministerio cristiano como “lo que hacemos por Jesús” o “lo que logramos en su nombre, o con su bendición y su ayuda”. Sin embargo, con este nuevo entendimiento, esta visión de la teología Trinitaria, vemos que en realidad se trata de nuestra participación en lo que en realidad Jesús ya está haciendo en nuestro mundo. No podemos participar en todo lo que Jesús está haciendo, pero tenemos un llamado de él en nuestras vidas para que participemos individual y colectivamente en su obra.
Esto significa que mi trabajo de equipar y entrenar al ministerio incluye un par de áreas. Una es global y está dirigida principalmente a los líderes, pastores y trabajadores del ministerio en las congregaciones en general. La otra es en el Ministerio de Generaciones, el cual tiende a enfocarse en la edad de las personas y en equipar a los adultos para que puedan trabajar más efectivamente con niños, adolescentes y adultos jóvenes. A través de la visión de todas las cosas, buscamos identificar lo que Jesús es, lo que eso nos dice a nosotros como ministros, y de identificar y participar en lo que Jesús ya está haciendo. El concepto “participación” no es solamente una palabra de moda, más bien nos habla de una vida real y de un ministerio real.
JMF:
La participación no se trata solamente de que nosotros decidamos: “Bueno, yo creo que esto es lo que Jesús está haciendo, así que me voy a involucrar”. Se trata también de reconocer que, dondequiera que esté sucediendo algo bueno, allí está Jesús. Mi parte en ello puede ser débil e imperfecta, pero Jesús me acepta a mí y lo que hago, lo santifica, y lo hace producir de una manera que yo sólo no podría.
TJ:
Hasta cierto punto supongo que pensar así es una cuestión cultural. Todos hemos sido “enseñados” a pensar de manera que medimos los resultados como si todo formara parte de un programa. No me opongo a medir los resultados, pero lo nocivo de pensar así es que frecuentemente medimos las cosas para evidenciar logros, cuando en realidad el ministerio cristiano se trata de vivir la vida, y ésta no es una vida que comencemos a vivir al incluirnos en algo en lo que no estábamos presentes. Se trata más bien de entender que la presencia de Jesús está en todos los aspectos de la vida misma de todo ser viviente.
Sería útil para mí el reflexionar un poco, ya que pensando en nuestras bases teológicas, yo mismo crecí en una iglesia que enseñaba la doctrina de la Trinidad, y supongo que me la enseñaron en la escuela dominical. Pero de alguna manera no parecía tener ninguna aplicación práctica, o no hacía ninguna diferencia real, por lo menos así lo sentía.
Luego me hice parte de una denominación que repudiaba la doctrina de la Trinidad por varias razones. Más tarde llegué al punto en mi vida personal, y como parte de mi viaje con nuestra denominación, que comenzamos a entender a la Trinidad no solamente de manera intelectual, sino como una descripción de la realidad sobre quién es Dios en su esencia, y que de allí fluye todo lo que Dios hace.
Así que el ministerio cristiano no se trata solamente el hacer cosas en nombre de Dios desde la distancia, sino más bien de estar incluidos en su vida misma. Ésta inclusión es algo que ocurre dentro de Jesús mismo. La doctrina de la encarnación de Jesús es una parte fundamental de la doctrina de la Trinidad.
JMF:
¿Así que la transformación del entendimiento doctrinal de la Trinidad y el internalizarlo totalmente… eso es algo que comenzó hace unos 12 o 13 años?
TJ:
Supongo que sí. Para mí, ya que pienso de esta manera, al principio el concepto entró a mi mente y comenzó a tener sentido de manera lógica. Fue con el tiempo que comencé a sentirlo en mi corazón, y a partir de allí fue cuando comencé a ver todas las cosas de manera radicalmente diferente.
JMF:
La teología Trinitaria transforma al ministerio, al liderazgo y al camino cristiano diarios enfocándolos en las relaciones en lugar de en “hacer bien el trabajo” u “obtener los números o resultados deseados”, como tú lo decías. Las relaciones se convierten en el enfoque total, y las relaciones no se pueden medir.
TJ:
No. No hay indicaciones medibles de lo que sucede en una relación, pero su mismo corazón y núcleo es una dinámica que es realmente difícil de medir. Frecuentemente una dinámica de relaciones saludables puede no tener mucha evidencia tangible al principio. Lo que es tan sorprendente para mí, si no te incomoda que te dé crédito personal por esto, fue que hace ya muchos años me recomendaste que leyera La mediación de Cristo (The Mediation of Christ) de Thomas Torrance.
Debo confesar que la primera vez que lo leí, me pareció interesante, pero después de un tiempo comienzas a internalizarlo, y vez por primera vez esta revelación maravillosa que te dice que Jesús mismo es el mediador entre Dios y la humanidad. Como Dios, Jesús es el mediador entre el hombre y Dios como Dios, y como humano es el mediador entre Dios y el hombre como hombre. Además de esto, yo creo, está la realidad de que en su humanidad y su divinidad él es el mediador de todas las relaciones humanas. Así que no se trata de traer a Jesús a la relación, como si mi ministerio tuviera que arrastrar a Jesús y ponerlo en esta relación diciendo: “Vamos a tener una plática de Jesús”.
JMF:
Decimos esas cosas, ¿verdad?
TJ:
Sí, como si Dios fuera portátil.
JMF:
“Te voy a presentar a Jesús”, “necesitas conocer a Jesús”, o “llevé a alguien a Jesús”, y cosas por el estilo.
TJ:
La realidad es que Jesús ya está presente en todas las relaciones. Por ejemplo, aquí estoy, soy maestro de la escuela dominical y estoy enseñando a este niñito. ¿Quién es este niño? Este niño ya tiene una relación con Jesús, una relación con Dios por medio de Jesús. En su humanidad y su divinidad, Jesús ya ha traído a la humanidad entera a una relación con Dios. Así que este niño vive en una relación con Jesús lo sepa o no lo sepa, ya sea que yo lo sepa o no.
JMF:
Este niño ya es un hijo amado de Dios.
TJ:
Absolutamente. Además de eso, yo ya tengo una relación con ese niño, en Jesús. Así que tengo la oportunidad como maestro de la escuela dominical (puedo decir lo mismo acerca de un padre, o de un esposo o de una esposa) de explorar la naturaleza de Jesús en esa relación, de aceptarla. No es el tratar de traer a Jesús a la relación, sino de ver lo que Jesús ya está haciendo y de someterme a su obra, de ceder, se trata de discernir quién es Jesús aquí, qué está haciendo, qué ha producido.
Trabajo mucho con adultos quienes a su vez trabajan, y yo también trabajo, con adultos jóvenes. En este país, y en gran parte del mundo, hemos entrado a lo que muchos llaman el mundo post-moderno, post-cristiano. Creo que hay quienes dicen: “Bueno, si ése es el caso, entonces supongo que Jesús se ha ido”. Aparentemente parecería ser así, pero Jesús nunca se va. Está siempre presente.
Mientras platico con un joven de 25 años quien, digamos, repudia la idea del cristianismo y piensa sobre muchas cosas de manera muy diferente que yo ya que creció en una cultura diferente, comienzo a entender lo que ya está haciendo Jesús en su vida. No se trata que yo lo traiga a Jesús, no se trata de que yo trate de imponer a Jesús en la conversación. Jesús ya está allí, cuidándolo.
Los impulsos, la profundidad del entendimiento de este joven puede todavía no estar asociado a un lenguaje cristiano, pero yo estuve trabajando con un joven hace no mucho tiempo quien tenía un amor apasionado por la creación y estaba profundamente preocupado por todo lo que le está pasando. ¿De dónde viene todo esto? ¿De dónde viene ese amor, esa pasión? Parte del ministerio cristiano tiene que ver con identificar estas cosas y ayudar a este joven a explorarlas, a entenderlas, a reconocer la verdad de Jesús, quién está detrás de ellas.
Así que no se trata de traer a Jesús a la escena, lo que necesitamos solamente es ayudar a estas personas a entender quién es Jesús y cómo lo están viviendo, cómo ya están viviendo su vida y su amor. Este entendimiento, esta experiencia, es transformadora. No estoy hablando de dejar a las personas donde están, ya que por no conocer a Jesús viven en cierto grado de tinieblas espirituales, lo cual tiene consecuencias devastadoras.
El ministerio cristiano no se trata de traer a Jesús a algún lugar, se trata de ayudar a otros a ver la vida y el amor de Jesús. Cuando hablamos acerca de la vida y el amor de Jesús, estamos hablando de Jesús compartiendo en su vida el amor del Padre y del Espíritu Santo en la Trinidad en unión con toda la humanidad. A ese concepto le llamamos la doctrina de la Encarnación.
No es mi intención el criticar a ningún seminario ni el exagerar las cosas, pero recuerdo una de las clases obligatorias de teología en el seminario: “La Doctrina de Dios”. Muy apropiada. Lo que frecuentemente sucede, y creo que en gran parte es debido a la forma en la que es enseñada, es que nos dicen: “Vamos a hablar de los atributos de Dios”: La omnisciencia de Dios, la omnipresencia de Dios; tú sabes, los “omnis”.
Y por allá en el número siete de la lista está “Dios como una Trinidad”. Tristemente, esa idea, la doctrina de Dios siendo una Trinidad, ha sido relegada como un tipo de atributo de Dios en lugar de ser una descripción de quién es Dios. Dios es una Trinidad quien es omnisciente y todas esas ideas. No puedes pensar en Dios sin pensar en la realidad de quién es.
Dios, en su propio ser, es una relación, y nos ha traído a formar parte de esa relación en Jesús por medio de la encarnación. Todo el ministerio cristiano, toda la vida, está necesariamente fundada en relaciones. Así que esto ha alterado gran parte de la forma en la que pensamos acerca del ministerio.
JMF:
Nos ayuda a preocuparnos por las personas a quienes estamos sirviendo en lugar de preocuparnos principalmente por la tarea que tenemos a la mano y por obtener números y resultados concretos. Nos preocupamos por los demás, así que los tratamos de manera diferente, los entrenamos de manera diferente, y eso transforma nuestros fundamentos de manera que hace que el ministerio produzca frutos de naturaleza espiritual los cuales son invisibles, en vez de sencillamente construir un edificio u obtener ciertos números.
TJ:
Claro. El fruto es el producto que nace de la obra de Jesús. En nuestra unión con él, si podemos participar en esa unión, obtenemos nuestra parte de su cosecha.
JMF:
Su relación con el Padre refleja que él ya es aceptado y amado; Jesús nos lleva con él a la aceptación y al amor, y nosotros somos parte de ésa relación. Así que, naturalmente, podemos tener ése tipo de relación unos con otros.
TJ:
Sí, es algo bello. Y sin lugar a dudas hay proyectos que nos ayudan a tener una mayor participación. Thomas Torrance lo describe como un sistema de andamios. Esto significa simplemente cuan apropiados son los sistemas que construimos. Pero la razón para estos andamios no es el estar en el negocio de los andamios. La razón para los andamios es que los podemos usar para el ministerio. Pablo dice en Romanos 12:1 que debemos convertirnos en sacrificios vivos. La metáfora es el ofrecerte a ti mismo en el altar.
JMF:
Claro.
TJ:
No tenemos que crear el altar.
JMF:
Correcto.
TJ:
Jesús es el altar, y estamos incluidos en su vida, no importa si queremos participar o no. Pero es nuestro gran privilegio, y de verdad es el Espíritu Santo quien nos llama y nos invita a participar activamente. Así que parte de lo que estamos tratando de hacer es entrenar a los ministros a entender quiénes son a través de Jesús en el Espíritu.
Esto involucra a los dones del espíritu. Involucra a lo que yo llamo el ver la vida por medio de “la vida de Dios”, lo que Dios hace al intervenir en tu vida, lo cual es su obra de gracia, al crearte como éste ser único con quien quiere compartir su ministerio. Para mí, por un lado esto es una lección de humildad mientras que también es un gran reto y algo realmente emocionante.
Parte de lo que estamos tratando de hacer es capacitar a los ministros a sencillamente ver a Jesús con nuevos ojos, y al hacerlo, a practicar el ministerio por medio de los ojos de Jesús, ya que es su ministerio, no nuestro. ¡Pero Jesús no lo haría sin incluirnos! Es extraordinario. ¿Por qué nos querría incluír en su obra? Porque nos ama. Porque nos ha creado para que vivamos con él, y no nos abandonará.
Y nos ha dado la libertad de responderle no, pero aún así no nos abandona. Esto nos da una gran tranquilidad. Nos quita la idea del ministerio basado en logros, porque Jesús es perfecto y todopoderoso y va a hacer lo que quiere hacer con o sin nosotros. Pero podemos estar con él. De hecho, quiere que estemos con él, y nos ha incluido en lo que está haciendo, pero tenemos que abrir los ojos para reconocerlo. Son cuestiones de discernimiento. Pienso que una de las destrezas fundamentales del ministerio es precisamente el discernimiento. Y aún en esto, se trata del discernimiento de Jesús. Se trata de verlo todo con sus ojos.
JMF:
Y por discernimiento quieres decir…
TJ:
El ver lo que Jesús está haciendo. El tratar de indagar lo que Jesús está haciendo en esta vida, en esta circunstancia, con este niño en la escuela dominical. ¿Qué está haciendo? Si vemos los evangelios nos damos cuenta que Jesús frecuentemente nos dejó el ejemplo. Veamos, él tenía un plan, tenía una estrategia, si así quieres llamarle, pero frecuentemente ponía todo a un lado y simplemente se envolvía en la situación.
Le digo a la gente que Jesús invita a sus discípulos a ir de campamento con él. Tenemos muchos campamentos, así que pienso en términos de campamento. Camina con ellos hacia el campamento, y aquí viene este leproso, y Jesús dice: olvidémonos del campamento, muchachos. Aquí está uno de mis hijos tan amados que está sufriendo. Quedémonos aquí.
JMF:
El ministerio de Jesús se trata de sanación, de liberación. Me recuerda el pasaje donde dice que les dio autoridad a los discípulos para expulsar demonios y sanar a los enfermos: liberación y sanación.
TJ:
Sí. Les fue dada autoridad en el sentido de oportunidad de participar en lo que Jesús es y hace.
JMF:
Nuestro uso natural de autoridad es el estar al mando y tomar decisiones.
TJ:
Auto-engrandecimiento.
JMF:
Exactamente. Y ni siquiera el ministerio cristiano es diferente. Se te puede subir a la cabeza el estar al mando de todo, y todos tienen que reportarse contigo, y te puedes convertir en un tirano. Entonces desarrollas todos estos problemas de relaciones humanas porque no estás enfocado en el servicio, porque estás enfocado en mantener tu autoridad y en el ser percibido como infalible y en no cometer errores. Esto sencillamente arruina las oportunidades del ministerio y la bendición que la autoridad puede ser para la congregación, si es usada correctamente.
TJ:
Convierte al ministerio en una adicción al poder. La naturaleza de nuestra cultura, debido a que el pecado está presente, es que tenemos esta tendencia a pensar que estar en una posición de liderazgo significa el ejercer poder y autoridad, y que la única alternativa es el no involucrarse y ser pasivo.
JMF:
Correcto.
TJ:
Y que ésas son las únicas dos formas de hacer las cosas.
JMF:
Sí. Los extremos opuestos.
TJ:
Bueno, participar en el ministerio con Jesús no es sentarnos y no hacer nada.
JMF:
Correcto.
TJ:
Jesús es muy activo. Ahora bien, no podemos participar en todo lo que está haciendo, aún cuando alguien con mi tipo de personalidad podría intentarlo.
JMF:
Correcto.
TJ:
Jesús no espera que lo hagamos, no nos necesita para hacerlo, no nos pide que lo hagamos. Pero nos da la oportunidad, el Espíritu Santo nos invita. Eso es lo maravilloso del Espíritu Santo. Tiene los medios para darnos ojos para ver, y, como lo decían hace años, nos da esta unción, este deseo ardiente.
La manera en que el Espíritu habla a nuestros corazones y nos da esta pasión es algo poderoso. Pienso que esto es parte del discernimiento. Cuando platico con los jóvenes, especialmente al tratar de ayudarlos a discernir el llamado del Espíritu Santo en sus vidas para el ministerio… y quiero estar seguro que entendemos que el ministerio se trata de la vida entera, no solamente de una parte como las actividades de la iglesia o algo así, aunque ciertamente la incluye…
JMF:
La idea de que existe un aspecto espiritual en oposición a un aspecto físico.
TJ:
Sí, existe ese dualismo que es tan inútil. Si el Espíritu Santo está llamando a una persona joven a que sea una participante apasionada con Jesús en ciencias forestales o algo así, ¡háganlo! Háganlo de manera que estimule a su mente, a su vida y a su amor de la manera que Jesús es apasionado acerca de ese aspecto del mundo, de su creación. Pienso que hoy en día hay muchos jóvenes que están viendo como hemos arruinado al medio ambiente, por ejemplo, y que hay muchos jóvenes que con justa razón tienen esta pasión por hacer algo al respecto.
JMF:
¿Y qué hay de la forma en que hemos arruinado la economía?
TJ:
Eso es práctico. Más vale que lo creas. Yo no soy economista, y no sé necesariamente cómo solucionarlo, pero no creo que se necesite ser genio para poder ver que muchos de nuestros problemas económicos son nada más y nada menos que el producto de la codicia descarada. Muchas personas pueden verlo, y decir: “¿Sabes qué? Eso no está bien”.
JMF:
Cuando pensamos en la economía desde el punto de vista de la sanación, la liberación, el servicio, el amor, eso hace una gran diferencia en la manera en que enfrentamos el problema.
TJ:
Por supuesto. Y parte de preparar al ministerio de la iglesia, al de los padres y de otros quienes están en posición de participar en lo que Jesús está haciendo para ayudar a otros a crecer, es el declarar esas cosas. Pero la declaración tiene que salir de la pasión, la vida y el amor de Jesús. Él es el núcleo, él es el camino, y aún cuando vamos a las escrituras, enseñamos las escrituras de acuerdo a quién Jesús es, y no basándonos en algún otro modelo.
Mientras comenzamos a entender e internalizar la teología Trinitaria y a enseñarla, surgen muchas preguntas. Yo creo que muchas de estas preguntas brotan debido a la pasión en nuestras congregaciones de buscar realmente el entender y aplicar la Biblia.
JMF:
¿Cuáles son algunas de esas preguntas básicas?
TJ:
Por ejemplo, algunas de ellas son simplemente un individuo preguntando: ¿Cómo puede esto ser cierto si aquello es cierto? Algunas de esas cosas suceden. La teología Trinitaria declara que de verdad Dios ha incluido a toda la humanidad en Jesús. Este hecho por sí mismo da origen no solamente a algunas preguntas existenciales y filosóficas sino que también nos lleva a buscar el significado real de ciertos pasajes bíblicos que parecen indicar que Dios no solamente no ha incluido a ésas personas malvadas sino que además no quiere tener nada que ver con ellos. Alguien tiene que explicar esto, ya que existen muchas escrituras aparentemente “difíciles”, ¿verdad? Es este proceso de descifrar lo que lees la Biblia el cual es la base de tu forma de explicar las cosas.
JMF:
Y ésas son…
TJ:
¿Por qué no tomar como base el argumento principal que nos presentan las escrituras, el cual es Jesús mismo? De esa manera, nuestra pregunta sería: ¿Cómo entiendo este versículo en particular bajo la luz de la declaración de las escrituras sobre quién es Jesús? Cuando decimos “quién es Jesús”, la respuesta no solamente proclama al mismo Jesús, sino a Dios como Trinidad y también a la realidad de la humanidad entera; de que Jesús, en sí mismo, es la unión de Dios con todo el género humano.
Así que esto se convierte en la base de todo. Éste no es un concepto impuesto en las escrituras, sino algo que las escrituras declaran. Tienes ése tipo de cosas, pero luego la gente trata de explicarlas de forma diferente. Dicen, por ejemplo: ¿Estás tratando de decirme que ése vecino detestable que vive aquí al lado está incluido por medio de Jesús en la vida de Dios? Luego comienzan a pensar en términos más amplios, en términos más bien históricos… ¡Bueno, si piensas que eso es verdad, entonces eres un ingenuo porque yo veo tánta maldad en este mundo! Así es como piensa la gente.
Y entiendo esta manera de razonar. Si piensas al respecto, llegarás a situaciones sin solución las cuales quizás no has analizado profundamente. ¿Cómo puede existir esta maldad tan terrible en el mundo? Y sí existe.
JMF:
Si Dios de hecho ama a todos los seres humanos.
TJ:
Si Dios de hecho ama a la humanidad entera. Ésa es una buena pregunta.
JMF:
Y si todos están incluidos en su amor…
TJ:
Exactamente. Entonces regresamos a: “Respondamos a la pregunta basados en la gran verdad de todas las verdades… ¿Quién es Jesús? La verdad, en las escrituras, es que la verdad es proclamada. Ésta es la segunda persona de la Trinidad, el Hijo de Dios, quien tomó a la humanidad entera en sí mismo, en quien está incluida la totalidad de la humanidad, no solamente la versión limpia y blanqueada.
Ésta es la dificultad que muchos enfrentan. Dicen que Dios no puede coexistir con el pecado. Dicen cosas así. O les es muy difícil aceptarlo, ya que hay escrituras que parecen decir lo contrario. Es entonces que regresamos a Jesús. Él no fue llamado “aquel que coexistió pasivamente con la maldad”, sino “el amigo de los pecadores”. La verdad asombrosa es que Jesús de hecho personificó esta solución al pecado. Él se convirtió en la solución al pecado en su encarnación cuando tomó en sí mismo nuestra propia maldad. Pienso que aceptar eso sería muy difícil para muchos de nosotros.
JMF:
Ésa, por supuesto, es la razón misma por la cual predicamos el arrepentimiento, la fe, el acercarnos a Cristo, y el creer.
TJ:
Así es.
JMF:
Para que la gente pueda acercarse a Cristo y aceptar éste amor el cual Dios ya tiene por ellos.
TJ:
Sí, esa es una de las preguntas más frecuentes que encontramos: “Bueno, si todos están incluidos, entonces no existe necesidad para el arrepentimiento”.
JMF:
No hay manera de apreciar y disfrutar el amor a menos que en realidad lo creas y lo aceptes.
TJ:
Correcto. Personalmente, siempre he creído que el arrepentimiento no es un evento sino un estilo de vida. Pero debo decirte que he vivido el arrepentimiento de manera muy especial en mi vida durante los siete u ocho años pasados, al permitir que esta verdad tan sorprendente de quién es Jesús, el literalmente romper con todo en mi vida y reorientarla, eso es arrepentimiento profundo, es allí donde el arrepentimiento significa el cambiar tu manera de pensar.
JMF:
Así es. Y no sucede todo de un solo golpe.
TJ:
No; no sucede todo de golpe. Y estoy seguro que existen muchas cosas con las cuales todavía no he luchado.
JMF:
Claro.
TJ:
¡No digo quizás, sino seguro que sí! Mi esposa puede decírtelo. ¡Pero está bien! Así son las cosas. El ministerio bello, maravilloso y poderoso del Espíritu Santo es acercarnos a Cristo. Y ésta es la jornada. Nuestro ministerio en realidad es el estar con el Espíritu Santo mientras él nos lleva en esta jornada con Jesús.
JMF:
Sí.
TJ:
No tenemos porqué alarmarnos al respecto. Pienso que más bien deberíamos estar emocionados. Pienso que deberíamos de estar enfocados, de ser equilibrados. ¡Pero en lugar de eso tendemos a ser pasivos, apáticos, o a oponernos y aún enfurecernos! Yo mismo he estado en ambos extremos.
JMF:
¿No hemos hecho éso todos, en todas las cosas?
TJ:
Personalmente, prefiero el ritmo de Jesús, aunque debo confesar que en ocasiones, debido a mi personalidad, tiendo a impacientarme con Jesús.
JMF:
Sí.
TJ:
Aún así, he llegado a entender que Jesús es muy, muy inteligente.
JMF:
Y es paciente aún con nuestra impaciencia.
TJ:
Claro que lo es, y no quiero parecer presuntuoso respecto a mi relación con Jesús.
JMF:
Correcto. Absolutamente.
TJ:
¿Pero sabes qué? Ha sido una jornada maravillosa, y bastante inesperada. Tiene todo tipo de curvas y vueltas.
JMF:
Desafortunadamente se nos ha terminado el tiempo justamente cuando estábamos llegando a la parte emocionante. Te agradezco mucho que hayas estado con nosotros.
TJ:
Gracias. El gusto es mío.