El otro día en el supermercado perdí el control. Estaba mirando unas frutas, y solo había estado ahí por un segundo cuando una mujer se paró frente a mí y bloqueó mi visión. Respondí: “¿Quién piensa usted que es? Yo estaba aquí primero”. La mujer se rió nerviosamente, se sonrojó, y entonces aparecieron lágrimas en sus ojos.
Había yo cometido un error. Toda vez que nos encontramos con alguien es una oportunidad para que ellos conozcan a Jesús, el Jesús que vive dentro de nosotros. En vez de conocer a Jesús, la mujer del supermercado conoció a un hombre impaciente preocupado acerca de sus propios deseos.
Jesús no brilló en ese encuentro—mi factor de bloqueo estaba demasiado alto. Así como usamos una crema bloqueadora para bloquear los rayos del sol, algunas veces nuestro ego se pone en el medio y bloquea al Hijo de Dios, el Sol de Justicia (Malaquías 4:2), evitando que Él brille a través de nosotros— ¡nos convertimos en bloqueadores de Jesucristo!
En vez de reconocer las necesidades de la mujer, yo estaba pensando en las mías. Quizás, como las mías, las de ella también eran egoístas. O quizás ella tenía prisa, o estaba pensando en otras cosas y no se dio cuenta de que me había interrumpido. Cualquiera que fuera su situación personal en la vida, no me encontré con ella ahí.
En Lucas 9:10-11 Jesús estaba tratando de tener una reunión privada con Sus discípulos cuando las multitudes lo interrumpieron. Jesús no las rechazó, sino que “las recibió”.
A través de Su ministerio, Jesús encontraba a las personas en su punto de necesidad.
Jesús vive en nosotros los cristianos, y puede ayudarnos a cambiar nuestro punto de vista, de un enfoque egoísta a uno extrovertido— ¿permitiremos que Él haga eso? ¿Bloquearé yo—bloqueará usted—el ego y dejaremos a Jesús brillar?
James R. Henderson