¿Si yo creo que soy Napoleón eso me convierte realmente en Napoleón?
Por supuesto que no. Si voy por ahí diciéndole a la gente que soy Napoleón todo el mundo sabe que estoy equivocado y que creo una mentira sobre mí mismo. La verdad es la verdad la creamos o no. Soy Jonathan Stepp, si algo va mal con mi mente y creo que soy otro, eso no cambia la realidad de quien soy.
Lo mismo ocurre con el evangelio.
Cuando el Hijo se hizo carne y sangre como hombre, Jesucristo hizo nueva a la humanidad, adoptándonos a todos nosotros en la vida que comparte con nuestro Papá y su Espíritu (Efesios 2:14-18). Esta es la verdad ya sea que la creamos o no. Pero, como cualquier ilusión, creer una mentira acerca de nosotros mismos tiene consecuencias profundas.
Si soy un enfermo mental y realmente creo que soy Napoleón, el engaño puede eventualmente afectar y destruir todas las relaciones en mi vida.
Asimismo, si estoy espiritualmente enfermo y creo la mentira de que yo no estoy incluido en Jesús y que yo no soy un hijo del Padre, ese engaño también afectará y destruirá mis relaciones. El Evangelio es la buena noticia de la adopción de la humanidad en la vida del Padre, del Hijo y del Espíritu. Creer esta verdad acerca de quiénes somos en Cristo, como hijos del Padre, transforma nuestras vidas.
No, yo no soy Napoleón. Soy Jonathan, hijo amado de mi Papi en el cielo y hermano de Jesús.
~ Jonathan Stepp