En términos sencillos, un pacto es un acuerdo entre dos individuos. Puede ser un acuerdo entre marido y mujer, un pacto de amistad entre dos personas, una alianza entre dos naciones, o un acuerdo entre Dios y los seres humanos. El nuevo pacto es un acuerdo entre Dios y los seres humanos. Dios ha fijado las condiciones, y nosotros decidimos si estamos de acuerdo. Dios fija las condiciones, hace una oferta, y le respondemos con un sí o un no.
¿Cómo podemos tener una relación con Dios? ¿Cómo podemos llegar a ser sus amigos? ¿Cómo podemos llegar a ser ciudadanos de su nación santa? Los humanos pecaminosos no están en la posición de hacer tratos con su Creador. Como pecadores, hemos sido separados de Dios. Estamos apartados de él. El pecado y la corrupción ni siquiera pueden entrar en su presencia. Pero simplemente porque él es bueno, porque nos ama, Dios ha actuado decisivamente para terminar nuestra separación de él y traernos a su casa.
Dios mismo es el que fija las condiciones de esta relación en potencia. Nos dice de antemano lo que él está dispuesto a hacer. Él tiene la última palabra, y nos da la libertad para responder a sus condiciones ya sea con un sí o con un no.
Las condiciones que Dios ha fijado son estas: Creer lo que él dice acerca de Jesucristo, apartarse de nuestra confianza en nosotros mismos, y poner nuestra confianza totalmente en Cristo para lavarnos y limpiarnos del pecado, vestirnos con justicia, y traernos dentro de su familia, su casa, el reino de Dios. Esa es la única manera en que nosotros los humanos pecadores podemos irnos del lado del diablo y pasarnos al lado de Dios, por así decirlo. Lo hacemos al aceptar las condiciones del nuevo pacto de Dios, el nuevo pacto en la sangre de Jesucristo. Esa es la única manera que podemos ser rescatados de nuestro estado rebelde en contra de nuestro Creador, el Proveedor de nuestra vida y ser. Esa es la única manera que podemos ser llevados a la armonía y lealtad con él.
En esencia, el nuevo pacto es Jesucristo. Él personifica todo lo que el nuevo pacto es. Él es la Palabra de Dios y el Hijo de Dios, hecho carne por nosotros. Él es el Mensaje de Dios, la Mente de Dios, el Significado de Dios, hecho carne para nosotros ver y conocer y amar. En sí mismo, él nos permite ser amigos con Dios. En Jesucristo, Dios nos ha dado una nueva base para nuestra relación con Dios. Este es el pacto que Dios ha dado-
Ahora usted se preguntará, ¿cómo puede una persona ser un pacto? Es una idea bíblica. En una profecía acerca de Cristo, Isaías 42:6 dice que el Mesías, o Cristo, sería hecho un pacto. La Biblia llama a Jesús un mediador, un intercesor. El propósito de un mediador es de hacer que dos individuos se relacionen positivamente el uno con el otro. Su trabajo es lo que causa que se derriben las barreras y que la relación produzca fruto positivo. Jesús fue el más excelente diplomático, el brillante negociador del más magnífico pacto, o acuerdo, en la historia humana.
¿Cómo hace Jesucristo posible esta relación positiva entre Dios y nosotros? Romanos 5:8-10 lo dice en pocas palabras: Cristo murió por nosotros, y debido a su muerte estamos ahora justificados ante Dios, rescatados del castigo de Dios sobre sus enemigos y reconciliados con Dios como uno de sus propios hijos. Por medio de la muerte y la vida de Cristo, Dios personalmente ha provisto el único y exclusivo medio por el cual podemos en realidad llegar a ser los fieles y amorosos hijos y amigos para lo que nos creó.
Veamos a algunos de los aspectos adicionales de este maravilloso don de nuestro Padre amoroso. Pablo dice que Cristo murió por nosotros; también dice que Cristo murió por nuestros pecados (Romanos 4:25). Aunque era inocente, sufrió la pena que nuestros pecados merecían. De cierto modo, este es un concepto muy sencillo, pero hay ideas muy complejas debajo de la superficie. Veamos dos ejemplos en Gálatas 3:13 y 2 Corintios 5:21.
Cuando Pablo dice que somos justificados, está utilizando un término jurídico. Está diciendo que en el tribunal del cielo, Dios nos declara justos, o inocentes, debido a la muerte de Cristo. Cuando Pablo dice que estamos reconciliados, se está refiriendo a una relación que ha ido de la animosidad y hostilidad, a la amistad y la paz.
Pablo utiliza también lenguaje del mercado de esclavos al decir que hemos sido comprados por precio (Cristo mismo siendo ese precio) para que ahora sirvamos a nuestro nuevo Amo. Otras imágenes bíblicas incluyen la de ser limpios, de ser creados de nuevo, de ser nacidos de nuevo, de ser adoptados. Cada una de estas ideas nos ayuda a ver los diferentes aspectos del cuadro central: que podemos tener paz, armonía y amistad con Dios porque Jesucristo murió por nosotros y fue resucitado.
Jesucristo es la base del nuevo pacto, o acuerdo, que Dios nos ha dado. Podemos aceptar esto o rechazarlo. Porque él nos ama con amor indescriptible, nos anima a aceptarlo, a poner nuestra fe, nuestra confianza, en Jesucristo, es decir, a confiar en él con nuestras vidas, y a aceptarlo como nuestro Mediador, nuestro único medio de salvación.
Nosotros como pecadores merecemos estar eternamente apartados de nuestro Dios santo y, por tanto, completamente separados del gozo de conocerlo y participar de sus bendiciones eternas. Pero las buena nueva es que no tenemos que estar eternamente apartados. En cambio, podemos vivir para siempre en el gozo de completo favor y armonía con Dios por Jesucristo, específicamente por lo que hizo por nosotros en su muerte y resurrección.
Nuestra salvación —ser rescatados de la destrucción espiritual y dados una restauración gloriosa como amigos favoritos e hijos de Dios— depende totalmente de Jesucristo. Él es la base de este gran rescate. El aceptarlo a él es el único requisito que Dios hace como la base de este acuerdo magnífico, o arreglo, que llamamos el nuevo pacto. Si lo aceptamos, confiamos en él, entonces se nos da una buena relación con Dios (y todas las responsabilidades y privilegios que acompañan esa buena relación). Si no aceptamos a Cristo, entonces no tenemos ninguna base en absoluto para ser llevados a una pacífica armonía con Dios. Jesucristo es la esencia del nuevo pacto. Por eso es que él siempre debe ser el centro de nuestra iglesia, nuestra predicación, nuestra proclamación y nuestras vidas personales.
Otra importante manera de hablar acerca de nuestra relación con Dios es la de usar terminología del reino. Las buenas nuevas del reino de Dios es que podemos entrar al reino por medio de Jesucristo. Sin él, estamos totalmente incapacitados. Pero él es capaz, porque él es el Hijo de Dios. Al hacerse uno de nosotros, tomando nuestros pecados sobre sí mismo, muriendo en nuestro lugar y siendo resucitado a la gloria, él nos ha (si creemos en él, lo aceptamos y le damos nuestra lealtad a él) perfeccionado y levantado dentro de sí mismo. Porque somos ahora, como creyentes, hechos uno con él, estamos ahora capacitados para entrar a su reino (Colosenses 1:12-13). Jesús es la puerta, la llave y la verdadera senda hacia el reino de Dios. La buena nueva es que Dios invita a los humanos a entrar en su reino cuando ponen su confianza en Jesucristo. No podemos calificar por nuestra propia cuenta o por ninguna cantidad de obediencia a la ley. La observancia de la ley no mantiene nuestra salvación. La salvación es un don gratuito.
La Biblia utiliza muchas maneras para describir la misma cosa. Estar en el reino es lo mismo que ser adoptados como hijos de Dios. Es lo mismo que ser nacidos de nuevo como sus hijos. Es lo mismo que ser rescatados de la muerte. Es lo mismo que ser lavados por la sangre del Cordero, o justificados por su muerte. Todas estas frases son acerca del don de una buena relación con Dios, y en todas, Jesucristo es la clave, el enfoque. El «nuevo pacto» es simplemente otra manera de hablar acerca de la misma cosa.
Jesucristo predicó acerca del reino, un reino al cual somos invitados a entrar en esta vida. Los apóstoles, no obstante, predicaron principalmente acerca de la salvación por medio de la muerte y resurrección de Jesucristo. Es importante entender que estos no son dos mensajes diferentes . Los apóstoles no estaban desvirtuando el mensaje del Maestro. Al contrario, los apóstoles fueron inspirados a explicar el mismísimo mensaje del reino de Dios en muchas diferentes maneras. El evangelio es un mensaje acerca de cómo los humanos pueden recibir un compañerismo amoroso e íntimo con Dios, cómo pueden entrar a su reino, algo que es hecho posible por la vida, muerte y resurrección de Jesucristo.
El nuevo pacto es, en otras palabras, el evangelio de salvación. Describe cómo podemos ser salvos del pecado y de la muerte para vivir para siempre en una relación amorosa con Dios por medio de la obra salvadora de Jesucristo por nosotros.
Siempre volvemos al punto central, a Jesucristo. Él es Dios mismo, ofreciéndose a sí mismo por nosotros. Si queremos vida eterna con Dios, tiene que ser por medio de Jesucristo.
En su esencia, el nuevo pacto es el evangelio de Jesucristo. Es el mensaje de salvación por la gracia mediante la fe en él. Por eso es que es tan importante para nosotros entenderlo y enseñarlo, sin importar el costo. ¡Es la base para nuestra vida eterna!
Por eso es que enfatizamos a Jesucristo. Por eso es que enfatizamos la fe y la gracia. Por eso es que enfatizamos el nuevo pacto, el evangelio de la vida eterna. Todos están completamente ligados el uno con el otro. El evangelio nos dice que podemos vivir eternamente con Dios, no por las buenas obras que hemos hecho, sino por lo que Jesucristo hizo por nosotros. Dios nos ofrece este don gratuito de amnestía, de perdón, de una nueva y maravillosamente buena relación con él. Él nos dice que nos aceptará si creemos este mensaje de su completa bondad y ponemos nuestra confianza en lo que él ha hecho para nuestra salvación.
Como hemos visto, la Biblia usa varias descripciones gráficas para ayudarnos a entender lo que Jesucristo hizo por nosotros. No tenemos que entender todas ellas para ser salvos. Simplemente tenemos que poner nuestra fe en Jesucristo.
Cuando Jesús anunció un nuevo pacto en su propia sangre (Lucas 22:20), ¡estaba anunciando algo dramáticamente nuevo! Nunca antes había hecho Dios un pacto usando sangre humana. Los pactos anteriores habían usado sangre de animales. Efectivamente, Dios ni siquiera permitió sacrificios humanos. Lo que Jesús estaba anunciando no era una renovación del antiguo pacto. Era en cambio, un pacto completamente nuevo, ¡hecho en una manera prohibida por el antiguo pacto! Simplemente al hacer el nuevo pacto, Jesús estaba anunciando el hecho de que el antiguo pacto ya no se aplicaba.
El nuevo pacto tiene sangre diferente, una base diferente, y presenta una base diferente de relaciones entre Dios y seres humanos. La nueva base es Jesús mismo y su sangre. Jesús hizo lo que no pudimos hacer, y ofrece su sacrificio a nosotros como un don, como gracia. Para ser parte del nuevo pacto, debemos admitir que no podemos ganarnos nuestra entrada a la presencia de Dios —nunca seremos suficientemente buenos— pero debemos en cambio depender de su misericordia.
Amigos, estoy profundamente agradecido de que Cristo nos ha ayudado a llegar a conocerlo y amarlo más profundamente. Estoy asombrado por su misericordia; lo alabo por su grandeza. Celebro su vida —su nacimiento a la humildad— su muerte por mí en una vergonzosa cruz, y su resurrección a la gloria.
Saulo de Tarso creía que conocía a Dios y lo que Dios quería que él hiciera. Entonces conoció a Jesús, y de Jesús recibió una oportunidad de ver de nuevo. Desde ese entonces, él fue un hombre que siguió a Cristo. Resolvió conocer a Cristo y predicar a Cristo. ¡Oh, que hiciéramos lo mismo!
Joseph Tkach