Este domingo 12 de Mayo de 2013 se celebra el domingo de la Ascensión de Jesús. La doctrina de la ascensión corporal de Jesús es de suma importancia. Sin embargo, tristemente, a menudo es pasada por alto o minimizada.
Esta doctrina proclama que cuando Jesús ascendió, lo hizo siendo totalmente Dios y totalmente humano (todavía y para siempre). Jesús subió al cielo en su cuerpo humano (ahora glorificado). Así que quien está ahora en el cielo no es otro sino el hombre Jesús.
En su continuamente representativa y sustitutiva humanidad, Jesús en su ascensión llevó a la humanidad en unión con él al cielo, como Pablo declara: «es por la gracia ustedes han sido salvados. Y Dios nos resucitó con Cristo y nos sentó con él en los lugares celestiales en Cristo Jesús…» (Efesios 2:5b-6).
¿A menudo me preguntan: ¿Dónde dice la Biblia que Jesús continúa siendo humano? Típicamente contesto refiriéndome a los versos siguientes:
- «Porque hay un Dios y un mediador entre Dios y hombres, el hombre Cristo Jesús» (1Tim. 2:5, énfasis añadido).
- «Ya que él ha establecido un día cuando juzgará al mundo con justicia por el hombre que ha designado. Él ha dado la prueba de esto a todos los hombres resucitándolo de los muertos» (Hechos 17:31, énfasis añadido).
«¿Uno podría preguntar, Qué diferencia hace que Jesús permanezca para siempre humano? La respuesta es multifacética, pero solo mencionaré ahora que la ascensión de Jesús habla del papel de Jesús como nuestro mediador. Su mediación (uniendo a Dios con la humanidad) ocurre por la unión continua y permanente de Dios y la humanidad en su propia persona. Así, la mediación de Jesús no consiste simplemente en lo que Jesús HACE; sino también en lo que Jesús ES.
En Jesús el Dios-hombre, tenemos a un verdadero «sumo sacerdote misericordioso y fiel» (Hebreos 2:17) quien sigue compartiendo nuestra humanidad (v. 14). Jesús no sólo HACE el pacto entre Dios y humanidad, él ES el pacto (ver Hebreos 9:15b). Y porque esto es así, podemos acercarnos a Dios con confianza (10:35), «corriendo» nuestra «carrera» en unión con Jesús con perseverancia llena de esperanza (12:1).
Ted Johnston