Una luz cegadora

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«Yo soy la luz del mundo”, dijo Jesús. “Yo he venido a éste mundo para…que los ciegos vean” (Juan 9:5, 39). Y para demostrarlo, sanó a un hombre que había nacido ciego. Él vino para ayudar a la gente a ver, para ayudarles a entender algo acerca del amor de Dios por ellos.
Pero Jesús también dijo que vino para traer ceguera: “Yo he venido a éste mundo para…que los que ven se queden ciegos” (Juan 9:39). Éste es un dicho difícil—es fácil entender que un médico venga a sanar a los enfermos, pero es difícil entender que un médico venga a hacer que los sanos se enfermen.
¿De quién es la culpa?
Repasemos el relato de Juan 9. Mientras Jesús y Sus discípulos caminaban a través de Jerusalén, vieron a un hombre ciego. De alguna manera ellos sabían que el hombre había sido ciego desde su nacimiento, y los discípulos usaron la oportunidad para hacerle a Jesús una pregunta teológica que los desconcertaba: ¿De quién es la culpa?, preguntaron, ¿pecó el hombre antes de nacer, o está siendo él castigado porque sus padres pecaron? Problemas como éste, asumían ellos, son el resultado del pecado, pero, ¿Quién pecó?
Ninguna de esas respuestas parecía correcta, y Jesús estaba de acuerdo. “Ni él pecó, ni sus padres”, dijo Jesús, “sino que esto sucedió para que la obra de Dios se hiciera evidente en su vida” (v. 3). ¿Había Dios causado que el hombre fuera ciego para que Jesús pudiera hacer un milagro? No creo que eso sea a lo que Jesús se refiere.
Parece que Jesús está hablando acerca del resultado, en vez del propósito o la causa. El hombre había nacido ciego, y no le hace ningún bien a él o alguien más que nosotros especulemos acerca de quién había cometido el pecado que le causó la ceguera.
El hombre no necesita una discusión acerca de las causas del mal—él necesita su vista, y Jesús dijo que el resultado de su condición es que “la obra de Dios” sería vista en él. Y con eso, pienso que Jesús está hablando acerca de algo más que un milagro.
“Mientras sea de día”, dijo Jesús, “tenemos que llevar a cabo la obra del que me envió”. Un proverbio moderno que es más o menos equivalente es, “hagan su agosto mientras puedan”—o trabajen mientras puedan, porque, como Jesús advierte, vendrá un tiempo cuando no podrán hacerlo: “Viene la noche cuando nadie puede trabajar”. ¿Cuándo será eso?, nos podríamos preguntar. ¿Cuándo no será posible hacer la obra de Dios?
Jesús continuó, “Mientras esté yo en el mundo, luz soy del mundo” (v. 5). Mientras Él está aquí, es de día—pero vendría un tiempo cuando Él se iría y la obra se detendría. Afortunadamente para nosotros, esa “noche” no duró mucho, porque Jesús fue levantado de los muertos y ahora obra en y a través de Su pueblo. (Nosotros también necesitamos obrar mientras podamos, porque vendrá un tiempo para cada uno de nosotros, cuando ya no podremos hacer nada más).
Obediencia ciega
Para ilustrar lo que Él quiso decir con ser una luz para el mundo, Jesús escupió en el suelo, hizo un poco de lodo, lo puso sobre los ojos del hombre ciego y le dijo que fuera a lavarse en el estanque de Siloé. Es difícil saber por éste relato cuanto sabía éste hombre acerca de Jesús. Sabía Su nombre, pero podía haber sabido no mucho más que eso. Pero de todas maneras, se fue al estanque de Siloé y fue sanado. Habría sido interesante ver la reacción de él, pero todo lo que se nos dice es que se fue a su casa (v. 7).
Ahora, ¿Por qué sanó Jesús al hombre en esa forma tan inusual? Si Él sólo quería mostrarles un milagro, lo habría sanado al instante. Podría haberles dicho a Sus discípulos: Yo puedo dar vista espiritual así: ¡snap! Pero los discípulos no vieron un milagro—todo lo que vieron fue que Jesús puso lodo en la cara de alguien y le dijo que fuera a lavarse.
Juan nunca nos dice cómo reaccionaron ellos cuando finalmente se enteraron. Así que el relato que Juan está contando aquí no es tanto acerca del milagro—es acerca de cómo el hombre viene a conocer quién es Jesús y cómo reacciona cuando lo hace. Ésta es la obra de Dios más importante que está siendo demostrada en la vida de éste hombre.
Las nuevas fueron conocidas, y el ex-ciego le decía a las personas que “el hombre llamado Jesús” lo había sanado (v. 11). Entonces los fariseos, los jueces auto-designados de toda verdad espiritual, empezaron a investigar éste evento sobrenatural. Algunos de ellos ya habían concluido que Jesús no podía proceder de Dios porque trabajaba en sábado. (Aparentemente, incluso Dios mismo tenía que guardar las reglas de ellos).
Otros eran más abiertos de mente, diciendo que los pecadores (al menos los pecadores que ellos conocían) no podían hacer milagros como ese (v. 16). Así que ellos le preguntaron al hombre, que antes había sido ciego, lo que pensaba: “Yo digo que es profeta” contestó el hombre. Él es como Elías, enviado por Dios con un mensaje.
A los judíos, o al menos algunos de ellos, parecía no gustarles esa respuesta, así que buscaron una manera de desacreditar el milagro. Le preguntaron a sus padres acerca de ello, y los padres verificaron los hechos: Él nació ciego, pero ahora puede ver, y no sabemos cómo lo consiguió. Ellos no ofrecieron una opinión acerca de si Jesús procedía de Dios, porque tenían miedo de ser expulsados de la sinagoga (v. 22).
Lo siento por los padres. Probablemente ellos habían vivido por años bajo la acusación de que su hijo era ciego porque ellos habían pecado. Ellos necesitaban la sinagoga porque la asistencia fiel a ella era la única forma en que ellos podían mostrar que eran personas buenas, después de todo.
Aunque el hijo de ellos ahora podía ver, no estaban dispuestos a arriesgarse a ser expulsados—y Juan probablemente incluye esto porque precisamente esa era la situación que algunos de sus lectores estaban enfrentando. Después que Jerusalén fue destruida en el 70 D. C., los líderes de la sinagoga se reagruparon y empezaron a demandar más conformidad; no permitían que las personas asistieran a la sinagoga si sostenían creencias prohibidas acerca de un Mesías.
Juan ha puesto ante nosotros varios tipos de personas: 1) Algunos ya habían decidido que Jesús era un impío. 2) Algunos estaban desconcertados sobre Jesús pero todavía trataban de desacreditarlo. 3) Algunos se rehusaban a decir, y probablemente no querían averiguar, porque tenían miedo de las consecuencias. 4) El hombre veía a Jesús como bueno, y estaba dispuesto a saber más de Él.
Creciendo en Fe
Los líderes judíos volvieron al hombre sanado y le preguntaron otra vez, y él les dijo de nuevo. Ellos dijeron “nos consta que éste hombre es pecador” (v. 24). No estoy seguro de eso, respondió el hombre, pero sé con seguridad que he sido sanado. Él debió haber estado un poco exasperado con la actitud de ellos, porque les dijo: “Ya les dije y no me hicieron caso. ¿Por qué quieren oírlo de nuevo? ¿Es que también quieren hacerse sus discípulos?” (v. 27).
Los líderes se ofendieron con ésta idea, así que respondieron con insultos, marcando una separación: “¡Discípulo de ése lo serás tú! ¡Nosotros somos discípulos de Moisés!” —y usted no puede ser discípulo de ambos. Juan sabía que sus lectores necesitaban oír eso también. No se preocupen acerca de ser expulsados de la sinagoga, parece decir él. De todas maneras, ustedes ya debían haberla dejado desde hace mucho.
El hombre se hizo más audaz, diciendo: “¡ustedes no saben de donde salió Él, pero a mí me abrió los ojos, y Dios no escucha a los pecadores! Él escucha al hombre piadoso que hace Su voluntad” (v. 31). En otras palabras, Jesús es un hombre piadoso que está haciendo la voluntad de Dios. “Si éste hombre no viniera de parte de Dios, no podría hacer nada”. Ésta es la pregunta central que corre a lo largo del Evangelio de Juan: ¿Procede Jesús de Dios? El hombre declaró que Jesús procedía de Dios.
Los líderes judíos se enojaron contra éste laico que trató de enseñarles teología, y lo expulsaron de la sinagoga. Ellos no querían que Él contara su historia a más personas.
Jesús oyó acerca de ello y se fue en busca del hombre. Cuando lo encontró le dijo, “¿Crees en el Hijo del Hombre?” (v. 35). Aquí parece que Jesús está usando el “Hijo del Hombre” como un título mesiánico, quizás derivado de la visión de Daniel acerca de “uno como un hijo de hombre” a quien se le dio suprema autoridad (Daniel 7:13, 14).
“¿Quién es, Señor?”, preguntó el hombre. “Dímelo para que crea en Él”. Si tú dices que debo creer en alguien, entonces lo haré. Jesús se reveló a Sí mismo como el Hijo del Hombre, y el hombre lo adoró (v. 38).  Así como podía ver físicamente, también podía ver espiritualmente, y de és ta manera, mostró la obra de Dios en su vida.
Juicio
Jesús ahora ofrece otra lección teológica: “Yo he venido a éste mundo para juzgarlo, para que los ciegos vean, y los que ven se queden ciegos”. Jesús es la medida por la cual toda la humanidad será juzgada. Si la gente lo acepta, entonces Dios acepta a la gente. Pero si ellos lo rechazan a Él, son rechazados por Dios. En otras palabras, cuando una persona rechaza la Luz, sólo tiene la oscuridad. Jesús está afirmando ser el camino, la verdad y la vida. Aquí Él dice ser la luz, Aquel que capacita a las personas para que puedan ver.

Algunas personas rehúsan ver. Algunas tienen miedo, porque Jesús nulifica sus chapas de justicia.

Y cuando se alejan de Jesús, de la única Luz verdadera, se adentran más en la oscuridad. En éste relato, los líderes de la sinagoga prefirieron estar ciegos que admitir que habían estado equivocados.
Algunos fariseos preguntaron, “¿Acaso también nosotros somos ciegos?” Y Jesús explicó Su parábola: “Si fueran ciegos, no serían culpables de pecado, pero como afirman que ven, su pecado permanece” (v. 41).  Cuando Él dijo: “y los que ven se queden ciegos”, no estaba hablando acerca de personas que realmente tenían comprensión espiritual. Más bien, estaba hablando acerca de personas que sólo pensaban que la comprensión de ellos era luz espiritual, cuando realmente era sólo oscuridad. Ellos afirmaban conocer la verdad espiritual, pero cuando la Verdad estuvo frente a ellos, no la vieron. Jesús no hizo que ellos se quedaran ciegos, pero si mostró que ellos ya estaban ciegos.
Las personas son juzgadas por la forma en que responden a Jesús. Si admiten su ignorancia y están dispuestas a ser enseñadas, no son contadas como culpables. Pero si ellas afirman ver, y sin embargo, rechazan la única Luz verdadera, entonces son culpables.
Cuando usted ve a Jesús, ¿Qué es lo que ve?

Foto por elgatomagenta

Autor: Joseph Tkach

Joseph Tkach fue presidente de la Comunión de Gracia Internacional desde 1995 - 2020. Estudió en la Institución Ambassador de 1969 a 1973, donde recibió su licenciatura en teología. Obtuvo una Maestría en Administración de Empresas de la Universidad de Western International en Phoenix, Arizona, en 1984. Recibió un Doctorado en Ministerio de la Universidad Azusa Pacific en Azusa, California, en mayo de 2000. Nació el 23 de diciembre de 1951 en Chicago, Illinois, donde pasó la mayor parte de su infancia hasta que sus padres se mudaron a Pasadena en 1966. Casado en 1980, el Dr. Tkach y su esposa Tammy tienen un hijo, Joseph Tkach III, y una hija, Stephanie.

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