Gracia, Comunión e Internacional ¿Qué dice nuestro nombre?

por  John  Halford

Cuando nuestra iglesia decidió cambiar su nombre de Iglesia de Dios Universal a Comunión Internacional de la Gracia, algunos se quedaron perplejos. El nuevo nombre no es muy fácil de pronunciar. A menudo decimos las palabras en diferente orden. Pero más al punto, ¿qué significa?

La reciente conferencia internacional en Orlando, Florida, fue la primera vez que se reunió el ministerio bajo el nuevo nombre. Cuando más de mil ministros y esposas de todo el mundo se reunieron para aprender, conocerse y adorar, fue una clara demostración de que Comunión Internacional de la Gracia es de hecho el nombre correcto para nuestra iglesia. Este nombre reúne tres elementos que describen con precisión lo que somos hoy, una comunidad internacional, unidos por la gracia de Dios.

Gracia

El tema de la conferencia internacional fue: «Renovados en Cristo.» La conferencia fue un vivo recordatorio de que no se trataba de un simple lema. Como iglesia, ministerio y como individuos, fuimos y seguimos siendo renovados, y no por nuestro estudio, grado académico o comportamiento justo, sino por la gracia de Dios a pesar de nosotros mismos. Hemos aprendido que la gracia es mucho más que una palabra religiosa, es la bondad de Dios activamente transformando corazones y mentes humanas.

Habíamos vivido, y ayudado a lograr, la notable –algunos dicen sin precedentes- transformación de nuestra iglesia del legalismo a la libertad que viene de la comprensión del evangelio de la gracia. No fue una transición fácil (irónicamente, la gracia de Dios parece ser una píldora difícil de tragar), y muchos no se quedaron con nosotros. La mayoría de nosotros hemos perdido amigos, que decidieron no cambiar.

El trauma que acompañó nuestra transformación denominacional está en el pasado ahora, y nuestra iglesia se ha establecido. Pero la experiencia ha dado lugar a una camaradería especial, y nos encontramos en Orlando como tal vez los soldados que han participado en una batalla cumplida, con entendimiento y respeto mutuos.

Alguien que nos haya conocido en el pasado tal vez no podría reconocer esta como una conferencia ministerial. No sólo por la vestimenta informal, o los estilos más informales de adoración o el hecho de que hombres y mujeres asistían en papeles de liderazgo. El abandono del legalismo ha dado lugar a un ambiente mucho más relajado. Las barreras artificiales erigidas por una estructura autoritaria y distinción de rangos ha desaparecido ­de alguna manera parecen irrelevantes en el nuevo clima de libertad. Hemos vuelto a conectarnos como amigos en un ministerio transformado por la gracia.

Comunión

«Comunión» es una de esas palabras que tiende a perderse en la religiosidad. Ciertamente, describe la toma del pan y el vino en memoria del sacrificio de Jesús. Pero eso es sólo la punta del iceberg. Nosotros como comunidad estamos comenzando a comprender más plenamente que seguir a Jesús no se trata de leyes y reglamentos, ni siquiera de imitar a Jesús como un modelo a seguir. Se trata de relaciones genuinas: verdadera comunión con el Padre por el Hijo en la comunión del Espíritu Santo, y por lo tanto, en Cristo, verdadera comunión unos con otros.

El Padre, Hijo y Espíritu Santo son un Ser en perfecta comunión, y Jesús oró para que sus discípulos compartieran esa relación y la reflejaran al mundo (Juan 14:20; 17:23). El tema de fondo de los talleres y sesiones plenarias de la conferencia fue la importancia de las congregaciones y los individuos en la construcción de una auténtica comunidad en Cristo unida por el Espíritu Santo, una verdadera hermandad arraigada en el amor con el que 1 Juan 4:8 define la comunión eterna del Padre, el Hijo y el Espíritu.

A menos que una iglesia considere su función principal la edificación de una comunidad, se corre el riesgo de ver a la gente como herramientas para «hacer el trabajo.» Y eso, como James Torrance señaló, puede conducir a un programa de evangelismo que será a la vez legalista y exclusivista. Él escribió, «El Dios trino está en el trabajo de crear comunidad, de tal forma que somos más verdaderamente humanos, más verdaderamente personas, cuando nos encontramos con nuestro verdadero ser en comunión» (James B. Torrance, La adoración, la Comunidad y Trino Dios de la Gracia, p. 74).

Este es un concepto verdaderamente emocionante y refrescante. Es tan antiguo como el Evangelio, y sin embargo es fácil perder de vista en nuestro mundo moderno que busca «hacer el trabajo» mediante la organización de negocios, empresas, programas y corporaciones. En este tipo de estructuras, la gente puede ser vista como un producto consumible y tal vez incluso como material desechable.

Reunirnos en la Florida nos recordó que la Iglesia, cualquier iglesia, es más efectiva cuando es, ante todo, una comunidad de amor. En nuestro caso, tenemos una oportunidad más inusual, porque nuestra comunidad, nuestra comunión con Cristo en el amor del Padre por el Espíritu Santo, atraviesa fronteras raciales, culturales y nacionales, de hecho, alrededor del mundo.

Internacional

Vinimos de todas partes: de casi todos los Estados de la Unión, Canadá, México, el Caribe, Centro y Sur América, Europa, Asia, Australia, África y las islas del Pacífico. Fue un vivo recordatorio de que somos una iglesia muy internacional no sólo de nombre.

En cada comida, uno de nuestros directores de misión internacional informó sobre el crecimiento espiritual y la difusión del Evangelio en su región. Y en el discurso del presidente Joseph Tkach, habló aún más de la obra que Dios está haciendo a través de nuestra denominación en los muchos puestos de avanzada del evangelio que Dios nos ha dado en todo el mundo.

Se nos recordó que Dios nos ha reunido en una iglesia que es verdaderamente internacional en su alcance. El Director del área del Caribe, Charles Fleming, lo resumió después de una visita a nuestra pequeña congregación en Haití tras el devastador terremoto a principios de este año. «En muchas maneras,» escribió, «el aspecto más llamativo de esta visita para mí fue la constatación de que nuestros hermanos y hermanas de Haití sacaron fuerza de la solidaridad que sintieron llegar a ellos de nuestra familia de la iglesia en todo el mundo. Es como si los miembros de todo el mundo eran una «presencia distante» en su vida cotidiana. Una y otra vez nos pidieron transmitir su agradecimiento y dijeron que eran confortados al saber que mucha gente estaba orando por ellos. Me pregunté si yo estaba experimentando algún aspecto de la “unidad en Jesucristo” que se describe en Juan 14:19-20 y Juan 17:20-26″.

Es una bendición que nuestra iglesia es lo suficientemente grande para tener oportunidades de trabajar juntos y lo suficientemente pequeña para que esas oportunidades sean personales. Continuamente se están construyendo amistades a través de fronteras nacionales y culturales que con frecuencia crean división en nuestro mundo.

Al reunirnos en la Florida, experimentamos de nuevo el amor duradero de Dios como una comunión internacional que ha sido transformada por la gracia eterna.

Comunión Internacional de la Gracia es un buen nombre para eso.

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Autor: Comunión de Gracia

COMUNIÓN DE GRACIA INTERNACIONAL [GRACE COMMUNION INTERNATIONAL], es una denominación evangélica activa en casi 100 países y territorios con una afiliación internacional de alrededor de 42 mil miembros y 900 congregaciones. Nuestra misión es “vivir y compartir el evangelio”. Creemos en la unidad espiritual de todos los creyentes en nuestro Señor Jesucristo. Le invitamos a reunirse con nosotros en nuestros servicios de adoración donde escuchará el evangelio de Jesucristo y conocerá a otros cristianos que están experimentando su relación con Jesucristo, así como usted.

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